23 de diciembre de 2010

¿QUÉ ES NECESARIO PARA QUERER?


Desde el panteón donde yace mi cuerpo, ¡puedo!
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Te quiero. Teeee quieeroooooooo.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

14 de diciembre de 2010

OTRO JORNAL, OTRO SUEÑO


Cada cumpleaños, en mi niñez, buscaba en el calendario que los dioses hubieran colocado ese día de Junio alejado de las horas de estudio, de las calificaciones o de los exámenes finales.
¿Qué te gustaría que te regalasen?
No tenía tiempo para pensar en ilusiones mientras regateaba el monstruo de aquella valoración que se repetía en cada aniversario.
Míralo por el lado positivo, hay que inflar las bicicletas, queda atrás el frío, comienza el verano, estás a un paso de las vacaciones. “Encuentra las cosas buenas que las malas ya vienen solas”.
Conseguirlo donde se olvidan los nervios de unas lecciones que nunca me interesaron y ante las que debía mostrar que por ciencia infusa me habían empapado de la manera que ellos diseñaban.
Cuando elijáis nacer, hacedlo lejos de esos monstruos. Días que obligan a reprogramar la conducta y los valores encarcelando vuestra libertad.
Sin tiempo de usarlo, el juguete espera cerca de la estantería llena de libros envejecidos del último curso. Una ilusión por rescatarlo en pugna por una concentración evaporada que impide asentarse a los dogmas de una sociedad tan pulcra como hipócrita.
Me planteo porqué los que se supone que me quieren están todo el rato incrustándome falsos valores que ellos no practican. Ensalzan o denigran mi inteligencia a su antojo y rutina, para lograr una pizca de comodidad en sus vidas sin importarles la mía.
Valores de una sociedad bien educada.
Las páginas de la novela que leo en este refugio de la costa, se evaporan sin dejar mella como en aquellos tiempos. ¿Qué siente la mujer que retira su teta, frente a una incomprensión por falta de bravura?
Me instalo sin plena comodidad donde los que me acompañan visten la desnudez de sus cuerpos en desigual combate con los textiles del otro lado del montículo. Me absorben las condiciones del entorno, el sonido del viento y el oleaje que trata de empujar este trocito de playa para alejarlo en su intención de adentrarse en la costa.
Hace un momento una niña de ojos azules apareció rodeando el saliente. Caminó hasta la toalla donde Nuria tomaba el sol y se agachó a su lado.
-¿Dónde está tu biquini? ¿Lo has perdido? ¡Mira! ¡Mi biquini es nuevo! ¿Te gusta? ¡Me lo ha comprado mi tita Mati!
-Claro que me gusta.
Mi biquini son unas gotas de perfume.- Susurró mientras le regalaba una sonrisa de complicidad entre chicas.
-¿Me dejas que te huela?
La voz de otra mujer la reclamaba, y se alzó despacito dejándonos la ternura en sus pequeños movimientos.
Sé que mientras nos descubrimos entre nuestras sabanas recordaré la inocencia de esa niña que se alejó mientras la madre repetía su nombre y la empujaba a regresar junto al pozo de las cosas que están bien hechas.
Giró la cara, mostró una gran sonrisa y balanceó la palma de su mano mostrando ese adiós de niño que nos empapa de la intención contraria.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

13 de diciembre de 2010

ALIMENTO UN VAMPIRO


El silencio es la nana que duerme el amor sumiéndolo en la inexistencia.
No tengo certeza del vaivén que me asalta, si me hundo en una ciénaga o floto entre los restos de hojas que alza el viento de otoño.
Acostumbro a pararme a charlar con los ancianos del pueblo donde nací. Busco la profundidad de sus arrugas y para dar un toque de irreverencia a sus achaques y sus rutinas. Cuentan que entre las asperezas de la vida, se despierta un día en el que la generosidad se instala y cedes tus sueños, tu vida y tu sangre a la nada.
Mi realidad es ambigua. No me siento donante, al contrario. Reconozco que esta vida no me perteneció nunca, la cogí de prestado para iniciar este extraño camino. Ando aprendiendo que este aliento que recogí, lo cultivo para regresarlo a su verdadera dueña. Hoy descubro que te pertenece por derecho de conquista. Voy al encuentro otro de estos extraños días amanecidos. Es bonito dormirse mientras me empapo de todas estas novedades enlazadas entre tu camino y el mío. Has quitado la venda que me impedía ver este universo ilimitado donde las imperfecciones cobran sentido. Traes el abrigo de la verdad y se disipan los monstruos que el miedo maneja en este teatro de títeres banales. Acudes como un oleaje de esperanzas que se aleja dejando la confianza de un cercano regreso, que intuyo eterno. Una mirada es el mejor salario que recompensa el tiempo de silencio. Un silencio que es la pócima capaz de evaporar el amor y su dolor. Una gran cita, tan dolorosa como incierta.
El amor existe por sí mismo. No tiene cura, no es abatible, ni perecedero. Irrumpimos en otras vidas sin pedir su consentimiento y sin justificación. Y sabe dios hasta cuándo. No apareció como un personaje celestial, una criatura alada ante la cual prevenirse y desenvainar mi espada mientras se la reconoce. No usa armadura, ni sus armas dominan el metal. Se adueña del tiempo, al que sume en la insignificancia y se instala en mi vida como si le hubiera pertenecido eternamente.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

20 de noviembre de 2010

OFRENDA A UN DIOS ALFEÑIQUE


Carlota colecciona sellos. Los mima entre páginas de un álbum que aprecia como un gran tesoro. Son recuerdos de viajes y conquistas.
Yo colecciono miedos. Los guardo en mis cajones de historias. A veces los consigo en días desapacibles de paseos tristes. Arranco temores de señoras mayores agarradas a sus bolsos al cruzarse con centroeuropeos mal vestidos. Recojo miradas aniñadas cuando tiemblan protegiéndose, desde el otro lado de la calle, mientras aceleran el paso. Atrapo tiriteras de buscadores de jornales enlazados con mendicidad y esclavitud, mientras duermen al raso entre cartones y sucias mantas. Capturo el calor de las manos sobre el vientre convexo en el aislamiento al que conduce una promesa rota, el chirrido de pequeñas ruedas bajo el peso de unas reliquias. Ordeno compases de la cojera de una anciana con tacones roídos. Archivo infidelidades liberadas al rasgar el papel de un regalo comprometedor. Grabo futuros inciertos que clavan sus garras a traición sobre el cabeza de familia parado ante la luna del escaparate. Embotello olores ácidos de pieles indigentes, bajo un techo estrellado. Atesoro envejecidas soledades sobre sus nidos derretidos al otro lado de un espejo. Soy consciente de que lo inevitable transcurre un momento. Y, e
ntre la penumbra, la sombra se acerca para robar otra vida, tal vez la mía.
Unto los recuerdos con colores de tez oscura y los riego con lágrimas secas de una cosecha lejana. Apenas si abro esos compartimentos para que no se escapen, como libélulas atrapadas, e inunden mi preciada normalidad.
¡Sí! He pensado regalar ese mueble empapado de tiradores como el clasificador de una biblioteca. Repleto de frustradas entregas pasionales y fantasías sin realizar. Liberar demonios y traiciones en un acantilado, donde no puedan encontrar abrigos. Lastrarlos en las arenas del fondo cubiertas de esqueletos con banderas piratas por sudario. En un vacío donde las almas penitentes los engullan. Abandonarlos a su suerte para que los devoren los fantasmas de los bucaneros. Lanzarlos al aire de poniente para que no me sean devueltos escupiéndome la cara y permitir que la eternidad los absorba.
Regresar con los bolsillos vacíos, tal vez desnudo, disfrutando un buen paseo. Desandar recogiendo mis huellas, sonámbulo, para volver a mi futuro. Comenzar juntos el mañana tras arrojar al vacío los pasos recogidos.
Disfruto la sensualidad del movimiento de una señora mientras tiende al sol una ropita de dimensiones escasas en las cuerdas de su jardín. Reparo caminos tras el humo de la motocicleta de un jubilado con una azada y un mañana en su portamaletas. Respiro aire fresco sin más.
Hoy he comprado un mueble nuevo para depositar mis esperanzas. Mientras Carlota, al amparo de su cristalera y un visillo bordado a mano, amplía su colección.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

2 de noviembre de 2010

¡NO ERA UN REGALO!


Cuando el diablo...

Zeus está con nosotros. Os aniquilaremos hispanos-as de Las Béticas y os arrebataremos vuestras hijas e hijos y vuestras mejores tierras.- Continuará.
Después de unos días lo hemos pensado mejor: Que las hijas no nos las quedamos, solo las veinteañeras y además os mandamos unas cuantas de aquí a ver si sois capaces de encontrarles un algo.
Coño con el Zeus, se ha vuelto loco que no distingue entre castigar los Béticos y proteger Jaén. Hoy se está pasando con la lluvia.
Diré que hemos recorrido los civantos y no estamos conformes. Acudimos allí y nos hemos puesto de barro hasta la cencerreta. Vaya mierda de tierra que nos proponéis en el reparto que me aconsejasteis. Además, el barro este no se despega con ná. ¡Ese no era el trato! Las alcachofas tienen pulgón y los melones están más verdes que las ovas. Que tampoco nos quedamos con las tierras.- Continuará.
Las mozas que ofrendáis, las enviamos de regreso. Que las que se os exigieron eran las que elegís de reinas de las fiestas. Además que estas extranjeras no son de Las Béticas.
Los mozos, también os los devolvemos porque no solo no dan golpe a derechas, sino que los que dan hay que enmendarlos. Comen más que las orugas y mientras sestean roncan y ventosean sin parar. Hacen sus necesidades por todas partes y nadie quiere hacer guardias por lo que implica pisar una con sandalias. Ni para esclavos sirven. Eso si, os lo mandamos duchados y pasados por el estropajo en un intento de saber su color natural. Que venían abetunados.
Ah ya sé: Lo que está haciendo Zeus es lavar las lapidas para que no nos cueste trabajo, y de paso a los béticos. Ya sabía yo que tenía una explicación.
Otra cosa: Que nos devolváis las flechas que os hemos arrojado por equivocación, que nos vamos a Roma. No eran un regalo. Que vosotros habéis lanzado varetas de las olivas y los armeros se han lamentado porque ahora tienen que fabricar cientos de ellas. Las que recogimos vuestras no valen nada. Que sepáis que la guerra la ganamos los romanos de Jaén.
Vaya asco de hispanos. Esto ni es guerra ni na.
Mierda de guerra. ¡A la batalla hay que venir! Si no tenéis armaduras no es culpa nuestra. No vale poner todos los espantapájaros juntos en el campo para que gastemos las flechas y quedaros vosotros tomando cerveza. Gallinas, que sois unos gallinas.- Continuará.
Si hombre. Que os vais a quedar encima con las flechas. Como si hubiéramos herido a alguno de Las Béticas. Encima que nos vamos más flacos y el pastón que nos gastamos en desplazamientos. Y que ni tenéis oros, ni incienso, ni na para compensarlo.
Si hasta a segar vienen los de Ciudad Real. Porquería de hispanos estos. Que la guerra es una cosa muy seria, con lanzas, sangre y todas esas cosas. ¿Qué es eso de parar a sopar el “fritao”, la alpargata y la bota vino? ¿Para esto venimos andando desde Roma con agujeros en las suelas? Con lo que pesan los escudos.
A ver si acabáis la calzada, o ¿cómo vamos a traer refuerzos? so listos. Lleváis doscientos años en las obras y no habéis echado la primera capa de pedriza en el trayecto del pueblo y eso que no tenéis que desplazaros. Siestas, siestas y los capataces que os mandamos, de baja por insolación de vigilaros. ¡Si no sois serios! Si os han visto trayendo una perola de “ajoatao” cargaito de ajo a los capataces para que se apliquen a la bota vino y se piquen en el sesteo. Que los catalanes tienen tos los pueblos comunicaos y hasta las señales forrás de piel de camello y vosotros tenéis los picos y las palas con musgos en los astiles.
¿A quién se le ocurrió contratar a uno de Las Béticas a remodelar la calzada del Paseo de la Estación? Que los chupones de los árboles que cortaron son más altos que las casas, y el agua se mete hasta los portales. ¿Para qué queréis pistas de ajorre si no tenéis para comprar los mulos de ajorar, ni para comprarles grano a los mulos?
Y ¿cómo va a firmar Viriato el mensaje, si Viriato nunca ha estado en Las Béticas? Que este puente ha estado en una discoteca en Mancha Real con tres esclavas de la patricia Jana escapadas del campamento. ¿Y dónde narices está vuestro pueblo en los mapas?
No ha parao de llover en toda la noche. Se anula el asalto de mañana que después no hay quien lave los caballos.
¡Que no! Que no nos quedamos. Que nos vamos a Roma. ¡Anda ya! ¡Anda y que os den! Firmado:
El pretor de Roma.
Traducido por un escribano romano de Las Béticas. ¡Sobrio!

Sorry
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

19 de octubre de 2010

TIEMPO.


Siempre estoy. Aquí, al otro lado del viento. Camuflado para evitar los depredadores de sueños. Armado, en la espera de ningún combate que sufrir. Pienso que al otro lado hay algo más real y no puede traspasar la terrible barrera.
Sentado a veces, paseando impaciente otras. Desde la puerta, hasta donde el miedo a perderla me permite. Siempre estoy.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

1 de octubre de 2010

ARREPENTID@



Microrelato


¿Para qué otra cita si mataste mi ilusión?



JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

12 de julio de 2010


Microrelato


Eres habitable.



JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

4 de julio de 2010

UNAS TOSTADAS


Milagros es una mujer delgada. Su silueta reposa equilibrada tras un arpegio en silencio. Su mirada reta al futuro y sus labios se acunan sugerentes uno contra el otro.
Cuando se siente feliz agita su melena rojiza en cuidadoso enredo frente a mis pensamientos. Luce su cuerpo enzarzado en un combate con la armonía de las curvas que lo dibujan.
Esta noche llega tarde. Cansada de ruidos desacomodados, de esperas eternas y de miradas infructuosas. El vestido de fiesta negro resbala sobre su cuerpo en una caricia continua. Huele a tabaco, aunque aún mantiene el perfume inconfundible que delata su presencia. Sus pies han soportado el duro castigo de los tacones que estilizan aquella preciosa figura. Al entrar en su piso se despoja de la chaquetilla y el bolso, abandonándolos sobre el sofá. Por el camino se desprende de la incomodidad de los tacones y se suelta el recogido. Se dirige apresurada a la cocina para prepararse algo y saciar la sensación de vacío, un apetito capaz de derrotar el largo sacrificio de ayunos interminables. Alcanza la tostadora que se niega a trabajar a esas horas tan impropias y le lanza una mirada desafiante apretando los dientes.
Mila, acostumbrada a que su vecino de enfrente, un joven estudiante, le solucione casi todas las averías, no repara en lo avanzada que está la noche. Prende la tostadora y llama al timbre del muchacho.
Él, deja el libro que sostiene sobre la mesa y sale descalzo. Abre vestido solamente con pantalón corto. No entiende por qué regresa su compañero de estudios a esas horas. Al levantar los ojos, encuentra a la vecina de sus sueños delante. Sonríe con el rímel corrido, bien maquillada, vestida con un escote generoso, medias negras, sexi y manteniendo el equilibrio sobre las puntas de los pies. Usa su mirada tierna, una gran sonrisa, un perdóname pero… y sostiene una tostadora en las manos.
-Con las prisas del examen tampoco he cenado y sobre la encimera tengo la pizza que pedí, aunque habrá que calentarla.
-Eres un sol.
Le besa en la mejilla y se dirige a la cocina mientras deja descansar sus pies.
Detrás, con paso lento, él contempla su espalda. Una inspiración honda priva a sus ojos negros de la luz del momento, mientras la fragancia generosa de la chica se instala en la profundidad de su pecho.
Ella ha decidido dar comienzo a un bonito sueño.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

3 de julio de 2010

CARTAS


Permanecía medio dormido sobre la cubierta de la casa. Disfrutaba un guiño de placer mientras esperaba reanudar las tareas de reparación. Descansaba protegido por la sombra de un olmo en medio de la primavera y arropado por una brisa fresca que me inundaba de fragancias.
El chirrido de una bisagra bajo el tejado me puso en alerta. Me mantuve inmóvil, mirando el desván por un boquete en busca del origen de aquel ruido.
Abajo, una chiquilla morena de ojos melosos, revolvía la ropa de un arcón polvoriento con mucho mimo. Desabotonó su bata y la dejó caer al suelo. Junto al ventanal sacó el disfraz que había elegido. Se calzó unos zapatos de tacón y se vistió con una chaqueta clara bordada en seda y una enagua, a la que hacía volar girando una y otra vez mirándose en el espejo de un viejo mueble.
La luz intensa se colaba desde fuera y la traspasaba. Desfiló y taconeó durante un buen rato agitando la melena. Sacó una nota del bolsillo de la chaqueta y se dispuso a leerla en voz alta, sentada sobre el cofr
e.
Hola Aurora:
¿Cómo estás? Espero que bien.
Ha cambiado. Ya no es la persona que yo quería. Las cosas nos van de mal en peor. La vida me trata con menos crueldad, pero mis esperanzas se van convirtiendo en sueños inalcanzables.
La casa sigue… - Continuaba la nota.
…Veo todos los días a Alberto, Víctor y Enrique. Están en una posada cerca del piso de Luisa. Alberto está guapísimo y también Enrique. Esta mañana los he visto paseando con Lucía. Por cierto: Se ha cortado el pelo, pero sigue lo mismo que siempre, ya sabes. María lo ha dejado definitivamente y la hemos visto con un chico varias tardes, que es guapísimo. Le decimos “el moreno”. Cristina sale con otra gente y se ha desconectado un poco.
Te parecerá una sorpresa mi carta pero en estos momentos me he acordado de ti. Espero que vengas por aquí algún día.
Siempre tuya, Amalia.

Después de leerla se hizo el silencio durante un instante. Se la aproximó a los labios y la dobló cuidadosamente dejándola de nuevo en su sitio. Se cambió de ropa y dejó todo como si nunca hubiera estado allí. Al traspasar el umbral, cerró con un pequeño portazo y se alejó dejando el rastro del ruido de los mamperlanes y una sonrisa en mi cara, al tiempo que el reloj sentenciaba el instante para reanudar el trabajo de reparar aquel tejado.
Compré aquella casa junto al precipicio. Solo un camino conduce a su puerta. Unos metros antes de la entrada se estrecha en un aterrador acantilado. El martes la recorrimos, valorando el costo de la restauración. Al marcharse los técnicos me quedé atrapado entre los muebles y enseres de una habitación sin ventanas que registré ansioso de encontrar su historia.
En un cajón aparecía un uniforme militar casi intacto y miré los bolsillos, allí junto a la foto envejecida de una hermosa mujer con un vestido blanco y una sombrilla, encontré otra carta.

Querida Amalia:
Estoy cansado de barro, de noches en vela, de despertarme a cada crujido del sendero, de miedo, de injusticia, de cadáveres a medio descomponer.
Nuestras extremidades están entumecidas por la falta de ejercicio y la humedad de la rivera.
Detrás de cualquier ruido las carcajadas de todos, después de haber sacado la bala de la recámara, apoyan su fusil en la trinchera, suben los pies en alto contra el terraplén y ajustan la gorra para tapar el sol que nace insultante tras una tormenta en este agosto tan caluroso.
Otros encienden un cigarrillo y se pasan la chusca para no gastar cerillas, esparciendo el humo para que no delate su posición.
Melancólicos miramos, una y otra vez, las fotos que llevamos en nuestras carteras. Yo fijo la mirada en tu escote abrigando un sueño y una esperanza. Que hago nuestra.
Vinimos a pelear contra un enemigo que no presenta batalla y poco a poco somos vencidos por esta larga espera.
Nada que quemar salvo el tiempo, la paciencia y el escaso tabaco que compartimos. Nadie regresa hoy por este camino inservible que nos une a nuestro pasado y tal vez a nuestro futuro.
¡Dios mío! Desde hace unos días ronda una idea por mi cabeza. ¿Qué siente o sufre una persona antes de su muerte? ¿Qué temores le alejan de la vida? ¿Cómo podría yo conocerlos? No puedo contarlo a nadie pues desconfiarían de mi cuando hago la guardia.
¿Acaso es la muerte mi libertad?
Hoy, una bala me ha atravesado el costado, no saben si sobreviviré.- Añade con trazo diferente.
La sensación no era la que esperaba. Fue instantáneo, indoloro, rápido, un golpe seco y helado, seguido del calor de mi sangre sobre la piel. He visto preocupación entre los que me trasladaban, ternura en la chica que me atendía y la responsabilidad muy racionada del médico que cosía la entrada del proyectil, mientras escogía entre los heridos el siguiente en atender
.
La carta acaba en esta línea. Nunca supe el final del soldado, ni el de aquellas antiguas moradoras. Me quedé allí, sentado sobre un cajón, un paso delante de la vieja bombilla, frente a la puerta entornada que lanzaba la sombra de la llave contra la escalera. Leí la borrosa dedicatoria de la foto. Para siempre, Amalia.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

4 de mayo de 2010

Presentación DESDE DENTRO (publicatuslibros.com)



Presentación del libro digital DESDE DENTRO que edita publicatuslibros.com, por la Delegada de Cultura Francisca Company y el editor Fernando Ortega.

Es una recopilación de relatos de autores que han experimentado la magia de la expresión literaria, el entramado de sentimientos que se acarician cada vez que se forja una historia, cada vez que damos vida a un sueño a través de la palabra, que intercambiamos lo escrito.



Lo podeis ver en:

https://books.google.es/books?id=lftVDtFoiWoC&printsec=frontcover&dq=desde+dentro+publicatuslibros&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjqr9_3mYHmAhUJYxoKHeGICrAQ6AEIKTAA#v=onepage&q=desde%20dentro%20publicatuslibros&f=false

28 de abril de 2010

HUELE A TI


Mi mirada se congela en la figura equilibrada que camina en mi dirección. Desde la soledad de este asiento, te descubro. Avanzas por el pasillo del autobús buscando tu sitio. Crees que lo ocupo yo. Sonrío sin aclararte tu equivocación. Mientras, acomodándote a la situación, tomas asiento junto a mí.
El motor acelera y partimos con el atardecer. Al otro lado de la ventanilla el horizonte hace un guiño. Los dioses lanzan un sinfín de caricias cromáticas que aturden mi conocimiento. La luz se desvanece para entrar en la frialdad de la penumbra. La tristeza de la oscuridad se tiñe de sombras marinas. Desde las tripas, un temblor empuja brioso y avanza hasta el vello de mi piel al contemplarlo. Las sensaciones se multiplican, renacen los amores, las ganas de vivir, de sentirse querido, de atrapar este sentimiento para poseerlo y compartirlo. Verte, oírte, sentirte, olerte, soñarte. Extraños momentos para un instante que no se detiene, que progresa, que no se deja atrapar, y no quiero pararlo.
No puedo ver el color de tus ojos, pero no se pierde la luz ni el brillo de tu mirada. O tal vez los grabó mi alma al dejar de pertenecerme.
Termina la canción de aquel paisaje. Los pájaros no sollozan, cantos de despedida, me amarga el sabor del silencio de cementerio dentro del autobús.
Se mantiene el recuerdo de la luz, de la calidez, de los tonos apagados. Mi pensamiento lo ocupa una verdad; nada muere con este atardecer, permanece esperando una vez más la salida del sol.
Una lágrima esquiando por tu mejilla llama mi atención. ¿Lloras cuando regresamos de nuestros infiernos para alcanzar la alegría de nuestros hogares? ¿Acaso esta noche de feria, de juerga inmensa no te complace? ¿Qué demonios hacen de ocupas en una mujer tan preciosa?
Soy un desconocido para ti y te sientas a mi lado para lucir tu llanto. El dolor debe de ser muy grande o la fiesta que se avecina no es la realidad que ansías.
La segunda lágrima me hace reaccionar. Sentado a tu lado estoy lejos de ti, de tu dolor, de tu alma, de tus sensaciones. Tan cerca pero tan distante…
Y la tercera... El descubrimiento de la verdad es tan triste como inesperado. Este viaje me trae de regreso a mi pequeño mundo. Tú, a mi lado, te estás alejando del amor.
En la parada de este recorrido, contemplo con alegría tu rostro que vence los recelos de la casualidad para enfrentarse a la realidad de mi existencia y regalarme un sueño.
Cae el telón de un tiempo consumido con sabor a brevedad.
Y este aire tan frío. Sólo fue otra puesta de sol.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

27 de abril de 2010

José Chinchilla, Sara Gómez, Ángeles Caso, Helen Galiano


SI UN ABRAZO


Si con un abrazo te bastara...
Si la habitación de los miedos no abriera su puerta…
Si pudiera subir la escalera del valor para alcanzar la seguridad que necesito...
Hasta la última fibra de mi cuerpo se agita cuando lo pienso y recibo una sensación de realidad.
Miro la lágrima que da brillo a tus ojos cuando me sonríes al hablarme. Permanezco hipnotizado. Me consientes todo, pienso. Quisiera creérmelo, más no me atrevo.
Si el miedo a hacerte daño desapareciera, sería bonito estrecharte entre mis brazos. Sentir la intensidad de ese momento en la agitación de tu cuerpo, o el mío. Enfrentarlos y compartirlo. Sólo eso, sin más, sin compromisos, sin promesas efímeras. Retomar la pureza de las sensaciones de la niñez.
Un abrazo. Darte un gran abrazo. Sentirte. Atrapar ese instante y guardarlo entre mis recuerdos más gratos.
Mi bola de cristal no predice solución alguna a mis dudas y siento cómo este abrazo se me queda dentro. Produce una sensación agridulce y me duele.
Necesito abrigarme con tu alma, pero sigo desnudo y sin ti.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

24 de abril de 2010

LA VOZ DE LA TORRE


Mi padre se hacía viejo. Los repartos eran cada vez más numerosos. Comencé a hacer yo parte de los encargos. Reparamos la carreta vieja. La pinté y enseñé a Negro, un potrillo joven e intranquilo, a tirar del enganche.
Al pasar junto a los muros de la fortaleza la oía cantar.
Los martes hacía otra ruta distinta. Pasaba con mi potro por el Camino Real en dirección a la hacienda de los marqueses. Saludé a una joven, Mercedes, entretenida con las flores silvestres de los frutales.
Hice parada en un caserón de intramuros de aquella ciudad y pregunté a una criada por aquella voz. Era de Rosario, una de las dos hijas de la condesa, que vivía en el torreón grande, el de la terraza más vistosa del palacio del recaudador. Nunca se sintió como las distinguidas damiselas de su clase, recluida en su burbuja, perdiéndose la sonrisa de las otras muchachas como Mercedes y otra manera de vivir la infancia.
Me fui acostumbrando a la compañía de aquellas canciones.
Negro se trasformó en un caballo fastuoso, arrastrándome mientras yo trataba de mirar la terraza del torreón.
Mi carreta se hizo inservible y encontré un trabajo que me alejó de aquella calzada y de aquel sueño llamado Rosario.
En la cantina de la calleja, hablaban de una de las hijas del recaudador que se había recluido en un convento enamorada de un soldado. El joven de uniforme, solía acercarse con carruaje impoluto y un precioso caballo. Pero una primavera dejó de pasar. Por esa ausencia ella lo creyó muerto en alguna batalla y entristeció. En su retiro, la joven seguía cantando. No se sintió encarcelada entre los muros del nuevo claustro, pues era la forma de vida que conoció.
La encontré. Estaba en el silencio de aquel monasterio del que hablaban en la cantina. Sólo quedaban en pie los restos del campanario junto al cementerio abandonado, en el que yacía una lápida de piedra rosada enorme, con su nombre y su fecha de defunción. Rosario no llegó a envejecer. Murió con cincuenta y ocho años y de esto habían pasado doscientos cuarenta y nueve.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

21 de abril de 2010

MIRADAS


Me siento tan feliz… Se cumple el más grande de mis sueños:
Después de verte, los mercaderes me pusieron en venta. Me moría de miedo e incertidumbre por no saber dónde iría a parar. Tal vez un gran señor me tomara a su servicio en su gran palacio donde podría disfrutar de una vida lujosa rodeada de riquezas. Por contra podría comprarme algún indeseable que rodeara mi vida de desprecio y suciedad. No me ilusionaba regresar a un mundo lleno de trastornos, otra vez no. Recordarlo me siega la esperanza. Ni la una, ni la otra sería la realidad que me esperaba.
Me ha tomado a su servicio un hombre bueno. Posee una cafetería bien decorada y muy acogedora. Allí los visitantes asiduos se sienten más cómodos que en su propio hogar. Llevo demasiado tiempo aquí. Todo tipo de gente posa sus manos y sus labios sobre mí. Algunos de esos clientes se me hacen muy pesados. Me recuerdan esos sueños que tanto me disgustan. Acaba dándome lástima la vida tan triste que soportan. Hay otros apuestos, jóvenes, elegantes, que enamorarían a cualquiera que se les pusiera delante, incluso a mí.
Fantasear contigo, al verte pasar, me hiere y me arrastra al llanto. Me había construido una ilusión para salvarme de mi realidad. Tú no has reparado en mi presencia. Hoy tengo esperanza.
Soy consciente de lo fácil que es acabar destrozada en incontables pedacitos como muchas de mis compañeras. He llegado a pensar que perduro porque soy un poco inmortal y esto me permite esperarte. Sé que sólo es una fantasía, pero me hace un poco más fuerte. Alguna noche mis anhelos se tornan en una pesadilla que me aterroriza trayéndome de la mano mi propia muerte. Algunas son más nuevas que yo. Aquí cambian constantemente pues su fragilidad no soporta tanto ajetreo.
Mis ojos se han clavado en tu figura cuando has abierto la puerta del salón. Lanzo gritos a mi silencio para que el destino o el azar me pongan a tu alcance. No sé si seré la elegida. Me han colocado delante de ti y he temblado, y reído. Me ha recorrido un escalofrío cuando sobre mí el reflejo de tus ojos se agigantaba a la par que te ibas acercando. Tu mano se ha alzado para rodearme, como un capricho que me concedían los dioses. Y tus labios se han posado sobre mí haciéndome perder la cuenta de las veces que su calor me ha alcanzado derrotando ese frío que me recorre. Tu nariz se inunda de este aroma que ya es nuestro. Y al fin, sacias tu sed conmigo. Mi sueño es real, me hace olvidar todo. La realidad se trasporta a esta esencia perfecta. No quiero que este tiempo pase. Dejo permanecer este instante en la eternidad. Deseo que todo el mundo sepa de mi dicha, que mi emoción quede proclamada en el infinito. Sí, tengo sentido. Merecida espera que me llena tanto. Sé que un hombre como tú vale la pena.
Que todos sepan lo que siento y lo que soy, tan solo una copa de vidrio frío, enamorada de tus besos, al que un hechizo le ha prestado el alma. Vuelve pronto amor mío.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

12 de abril de 2010

DEJA TUS LÁGRIMAS


Deja tus lágrimas que a nada conducen. Verte sufrir me hace sentir culpable de elegirte en mi vida.
No di mi consentimiento para este extraño viaje que nadie comprende. El seco giro del destino me hizo perderos y me arrancó de vuestro lado.
Al instante las paredes de la habitación vacía se tornaron transparentes haciéndome creer que algún hechizo me protegía del frío tras una cortina de cristal. Al traspasarlas comprendí que este mundo era otro, distinto. El frío se tornó templanza. La belleza nítida de la ladera colorida, aparte de cautivarme, había alterado los estados de ánimo de todos. Poco a poco los miedos se desvanecen y esta serenidad...
Esta noria de sucesos es incontrolable. No soy capaz de sentirme yo mismo dentro de este vaivén de sensaciones. Este tiempo me ha cambiado. No distingo. Es un recuerdo, una pesadilla o un sueño, qué se yo. Ahora siento que la rareza de la situación echa raíces, me empapa, convirtiéndose en mi identidad. El campo huele a ti, a tu esencia, aquella cuando en mi adolescencia tu desnudez me turbaba. Tu perfume me sigue. Quererte es fácil, pero, no entiendo nada.
Me hallo en un estado donde puedo participar de los que quiero sin influirles. Lo encontrado no se parece a aquello que en un principio imaginaba. No es el sitio. No de color azul. La generosidad del sol me regala un raudal de luz y calor que hacen muy agradable este momento. Las distancias no existen. Se asemejan a las burbujas de una copa de un buen champagne, cada burbuja es un mundo ilimitado y colorido. El reloj ha perdido su sentido. Puedo caminar desde la adolescencia a la niñez, de la pubertad a la universidad y regresar a nuestra boda pasando por la sala de espera de la maternidad y ver nacer nuestro primer retoño, o momentos antes, o después, de nuestro primer beso, o cuando nos cogimos de la mano la primera vez. Revivir aquel paseo que la lluvia interrumpía y nos hizo guarecernos abrazados para vencer juntos al frío. Cualquier sueño puedo experimentarlo, tocarlo, sentirlo hecho realidad y ver los resultados. Dime tú dónde estoy. Siempre tu lucidez fue mayor que la mía y siempre la necesité. Es esta una vida ficticia que un director de cine creó para mí, quizá.
Soporto mi soledad mirando desde tus ojos y me siento mal cuando tus lágrimas los inundan. Quererme no debe causarte dolor. Me gustaría, que pensar en mí sembrara una sonrisa en tu rostro, que recordarme te diera fuerzas para este juego con el discurrir de la vida que emprendimos juntos. Quisiera anular mi ausencia y proyectar mi fuerza en tu cuerpo, en tu vitalidad.
Jamás me hiciste sentir una de tus propiedades y no entiendo por qué pensaste que me perdías. Se pierden las cosas, no una pasión que nos pertenece, nunca el cariño que sientes hacia mí, nunca este amor que me crece dentro. 
Esta libertad nace a tu lado. Me atrapa con tanta fuerza que soy incapaz de desprenderme de tu nostalgia y te busco en todo momento. Qué sin sentido, libertad que encadena. Alcancé mi deseo de tenerte y ese recuerdo me sostiene en este duro alejamiento que se nos impone. Sí, entenderte es fácil, pero no lo es comprenderme a mí mismo. No debería sentirme como una extensión tuya. Tú me enseñaste a mostrarme real, sin necesidad de enmascararme.
Podemos seguir disfrutándonos en esta distancia, si quieres.
Son hermosos los sentimientos que me transmites a cada instante. No llores por tenerlos.
Quiero sentirme libre, poder ver alegría en quienes me eligieron. Quiero inundarme de tu felicidad, ser el recuerdo alegre de quienes me quieren y sigo queriendo.
No necesitas mi consentimiento para amar o enamorarte de nuevo. Soy feliz cuando tú lo eres. Disfruto al contemplarte desde mi ausencia si la felicidad te acaricia.
Cada meta que alcanzas, es mi meta. Cada sueño que logras, es mi sueño. Cada persona que amas, la amo también a tu lado.
Sonríe cuando pienses en mí. Escogí bailar con tu mirada.
Te quiero.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ