2 de enero de 2021

CARTA A RESIDENTES

Feliz navidad:
Me hace ilusión escribirles esta carta. Poco a poco voy aprendiendo que lo más importante de la vida no es el tesoro pirata de las películas. Tampoco todas las cosas perecederas y lujos que se parecen a aquel maná que nos contaban en la iglesia. Lo importante es uno mismo. Dormir tranquilo porque elegimos la mejor opción al hacer las cosas en nuestras vidas. La que menos daño hizo a otras personas dentro de nuestras pequeñas posibilidades. La que favorecía a quienes queríamos, a quienes protegimos. Poco a poco alcanzo con mucha dificultad a aprender una pizca de lo mucho que ustedes quisieron enseñarnos. Que duros de mollera somos y así me veo por querer vivir tan deprisa.
Ahora nos enseñáis que ayudarse entre ustedes, jugar esa partida entre carcajadas y contar vuestros secretos guardados a buen recaudo es el verdadero tesoro que nadie puede quitarle a otro. Ni siquiera el tiempo, que es un ladrón de memorias. Lo que hacen ustedes día tras día sin pedir nada a cambio, siempre están ahí. También os echamos de menos. Hemos mecanizado tanto esta sociedad que nos va obligando a prescindir de lo que llamábamos valores y del cariño en favor de atesorar cacharros que de poco sirven cuando no os tenemos.
Es Navidad. Hay que coger los frutos bien maduros, Solear los más bonitos. Para hincarles el diente y que se derritan en nuestras bocas. No me refiero a manzanas, que también. Me refiero a ese cariño, esos recuerdos, ese amor o amores, esa ternura, ese VIVIR en mayúsculas. Que en buen ejemplo nos dejaron ustedes. Quisiera aprovechar para darles las gracias. Tengo mi vida gracias a que sostuvisteis la vuestra con temple. Gracias, de corazón. Son, sois geniales.
Y al decirles hasta pronto recordarles aquella frase que nunca olvidamos: Cuidemos al cuidador. Sí, porque su alegría será la nuestra. Ya saben, sabéis, que siempre agradecen una sonrisa y son los que están siempre ahí aguantando el chaparrón y callando sus propios problemas. Al final todos nos parecemos como gotas de agua y vamos en el mismo barco.
Y cierro esta insignificante carta con lo más bonito que se me ocurre. Algo que suelo echar de menos cuando estoy solo y que deseo tengan todos a menudo. Mi mejor abrazo. El de sus familias y amigos.
Felices fiestas. Que no falten dulces que saborear ni el aroma de un buen cafelillo aunque sea a escondidas. Y que os traigan "eso" tan secreto que pidieron en la carta a los reyes y con muchos y enormes besos en compañía de quienes amáis
.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ