20 de noviembre de 2014

NO ESTÁS

Quema tu falta. Duelen los vaivenes a los que no me acostumbraste. Duele tu ausencia y tu retirada, que esgrimiste como arma de defensa ante el miedo a no entenderme. Duele la distancia que marcaste para obligarme a pertenecerte cuando tanto me quieres sin hacérmelo entender. Tu castigo, que solo era un intento de amarre, nos trajo la nube negra que tanto temías. Tu arrepentimiento te engulle entre la incomprensión, el dolor y la añoranza de lo que tuvimos, empapada en lo que pedías alcanzar. Lloras lágrimas más puras que los diamantes que admirabas. Y me cuentan que me echas de menos sin que tu orgullo te permita asaltar mi abrazo que sigue siendo tuyo. Siempre supiste que tu necesidad era entregarme todo, tan transparente que pensaste que no podría ignorarlo en toda su magnitud. Tus celos alimentaban el dolor de una realidad diferente para ambos y una incomprensión que te dolía a cada instante que me alejaba de ti. Hoy pides morir y seguir viviendo para imaginarnos fundidos a tu manera que es más pura.
No he alcanzado a subir a la nube donde tus pasiones se desnudan, esperando verme entrar dispuesto y complacerte hasta llevarte a esos paisajes que ansias de manera pecaminosa. Te oigo caminar como un presidiario que no va a ninguna parte y te pienso desgarrada por no sentirme. Duele que no comprendas lo que yo he aprendido. Que deseas lo que yo de ti y que el orgullo es un muro fácil de derribar cuando ambos nos traguemos nuestro miedo a la derrota. No solo estoy en la perfección de tu recuerdo. Sigo aquí perdido de nuestro abrazo sin ti. Me dejo achuchar por otros cuerpos que te sustituyen, mientras te quemas en envidias y no derribas la puerta del ridículo majestuoso para alcanzarnos. Mi desequilibrio estaba entre saber que me amabas sin reservas y aún así me duchabas con palabras que me levantaban ampollas, una veces por que en tu razón no podía corregirlas, otras porque al llegar soñaba encontrarte entre lencería y pasión en vez de necesidades y feminismos periodísticos.
Me amas y no corres, ni saltas los obstáculos para agarrarte y sentirme sin reservas, no me gritas a los oídos como una loca por nuestra pasión. Te lo guardas y nos sacrificas a este frío de la desolación entre escarchas por no encender la llama que te acabará quemando por dentro. Era fácil dejar de ser tan extremadamente cobarde a mi lado y yo al tuyo. Era fácil decir sin guardar nada. Era fácil abandonar la ropa interior y desnudar nuestra fragilidad ante el otro. Era fácil mostrar la humildad de la derrota para que el otro la convirtiera en la mayor de las victorias. Era fácil olvidar los planteamientos y los juicios del, yo más que tú, para alcanzar ese amor que te justifica como mujer en mayúsculas. Era fácil decir te quiero y muero sin ti.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

14 de noviembre de 2014

TIEMPO REVUELTO

Aletea el ruido que moja las calles. Empuja ese olor a tierra cuando se pegan las sábanas. Silenciados los tacones de las madres que, otros días, aceleran su corazón para arrebatarle unos minutos a la cola del mercado. Hoy eligieron darse la oportunidad de defender, superando sus más bajos instintos, su celo ante las invasoras de atrevido escote y falda corta. Besan más fuerte y engullen más hondo con la intención de amar con huella y de no ser derrotadas. La humedad se cuela por la ventana y se entremezcla. El vapor de este sudor también.
Escampa.
Los repartidores con sus motores ayudan a silenciar los gemidos de varios balcones. Ahora se unen a este concierto y rugen, los golpeteos de las cajas, más metálicas o más sordas. Las baldosas se inundan y reflejan las piernas de dos jóvenes señoras, apenas sin pintar, que arrastran sus carros. El humo del cigarrillo sube a los cielos y mientras, ella, canturrea en el baño al soniquete del agua y el secador.
Concluye el primer acto con el arrastre de su cajón de lencería, la puerta de sus mejores vestidos y el taconeo ensordecido de sus zapatos rojos. Hoy está satisfecha, alegre, animada, feliz.
- ¿Donde he puesto mis llaves?- Mi vecina, habla sola.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

19 de octubre de 2014

DESEO

Piso el techo de la sierra. Le arrebato sus colores para pintar mi vida de tranquilidad, alegría e historias extremas, que esta tierra ampara, envueltas a golpe de arado romano y vertedera.
"Un padre trataba de llevar a su hija enferma por un camino de herradura en una mula y cuando llegó al médico más cercano, ya estaba muerta. El dolor se le clavó tanto que junto a su familia se marchó de la sierra."
Hoy, la aldea está desierta, los huertos sin arar, las manzanas, peras, uvas, membrillos, higos y moras por coger. La fuente no vierte el agua sobre las tomateras y se desangra, triste y eterna. Crudeza, tesón, sufrimiento y abandono resaltan los brillos del pinar.
Fácil ha sido tomar el camino en este espacio volátil, para encontrar la paz del alma. Reposar alejado de esta sociedad febril como marcaste en tu ilusión.
Bastó cerrar los ojos frente a las paredes en ruinas, que apenas sostenían unas tablas viejas y unas tejas. Las puertas de hoja partida se esfuerzan por mantenerse erguidas y soportan maltrechas los acosos del tiempo y de los depredadores que buscan en ellas su sustento.
 No encontraras aquí la perfección que ansias.
En cada dirección reposa el esqueleto de quienes, antes que tu, hicieron el mismo intento. Vivir tranquilos, apartados de esta saturación de despropósitos. Tanta lejanía hizo que cayeran en el olvido. Les dejaron tan desatendidos que la distancia y la dureza de su paraíso se les tornó enemigo implacable.
Y allí estaban, al sol tendidas sus ilusiones, sus esfuerzos y su alegría frente a la desolación, el abandono y un silencio de cementerio de sus campos que continúan esperando la pisada de sus albarcas, quizá las tuyas. Mientras, las suelas resisten en las cunetas para contar que tuvieron un dueño. Un padre que aró y sembró su destino hasta dejarse en ese empeño, la vida de sus seres queridos y su propia vida. Feliz sueño, amigo del alma, mientras lo mantengas alejado de llevarlo a cabo, abandonado de estos dioses que poco o nada nos entienden. Es precioso este recorrido. Envueltos del paisaje más sublime que pueda saborearse en estos días. Cruzar la puerta de acceso al espacio de donde proceden los miedos. Beber una realidad simple, tan sencilla que hiere el alma. Encontrar una preciada variedad de animales libres, sorprendidos por nuestra intrusión en su tranquilidad. Cambiar agobios por cansancio y respirar los matices de humedales y floras. Andar a hurtadillas mientras la nevada se ausenta. "Hace una hora dijiste que estábamos llegando y solo se ven ovejas sueltas". Todo para guardar un grato recuerdo.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ