12 de abril de 2010

DEJA TUS LÁGRIMAS


Deja tus lágrimas que a nada conducen. Verte sufrir me hace sentir culpable de elegirte en mi vida.
No di mi consentimiento para este extraño viaje que nadie comprende. El seco giro del destino me hizo perderos y me arrancó de vuestro lado.
Al instante las paredes de la habitación vacía se tornaron transparentes haciéndome creer que algún hechizo me protegía del frío tras una cortina de cristal. Al traspasarlas comprendí que este mundo era otro, distinto. El frío se tornó templanza. La belleza nítida de la ladera colorida, aparte de cautivarme, había alterado los estados de ánimo de todos. Poco a poco los miedos se desvanecen y esta serenidad...
Esta noria de sucesos es incontrolable. No soy capaz de sentirme yo mismo dentro de este vaivén de sensaciones. Este tiempo me ha cambiado. No distingo. Es un recuerdo, una pesadilla o un sueño, qué se yo. Ahora siento que la rareza de la situación echa raíces, me empapa, convirtiéndose en mi identidad. El campo huele a ti, a tu esencia, aquella cuando en mi adolescencia tu desnudez me turbaba. Tu perfume me sigue. Quererte es fácil, pero, no entiendo nada.
Me hallo en un estado donde puedo participar de los que quiero sin influirles. Lo encontrado no se parece a aquello que en un principio imaginaba. No es el sitio. No de color azul. La generosidad del sol me regala un raudal de luz y calor que hacen muy agradable este momento. Las distancias no existen. Se asemejan a las burbujas de una copa de un buen champagne, cada burbuja es un mundo ilimitado y colorido. El reloj ha perdido su sentido. Puedo caminar desde la adolescencia a la niñez, de la pubertad a la universidad y regresar a nuestra boda pasando por la sala de espera de la maternidad y ver nacer nuestro primer retoño, o momentos antes, o después, de nuestro primer beso, o cuando nos cogimos de la mano la primera vez. Revivir aquel paseo que la lluvia interrumpía y nos hizo guarecernos abrazados para vencer juntos al frío. Cualquier sueño puedo experimentarlo, tocarlo, sentirlo hecho realidad y ver los resultados. Dime tú dónde estoy. Siempre tu lucidez fue mayor que la mía y siempre la necesité. Es esta una vida ficticia que un director de cine creó para mí, quizá.
Soporto mi soledad mirando desde tus ojos y me siento mal cuando tus lágrimas los inundan. Quererme no debe causarte dolor. Me gustaría, que pensar en mí sembrara una sonrisa en tu rostro, que recordarme te diera fuerzas para este juego con el discurrir de la vida que emprendimos juntos. Quisiera anular mi ausencia y proyectar mi fuerza en tu cuerpo, en tu vitalidad.
Jamás me hiciste sentir una de tus propiedades y no entiendo por qué pensaste que me perdías. Se pierden las cosas, no una pasión que nos pertenece, nunca el cariño que sientes hacia mí, nunca este amor que me crece dentro. 
Esta libertad nace a tu lado. Me atrapa con tanta fuerza que soy incapaz de desprenderme de tu nostalgia y te busco en todo momento. Qué sin sentido, libertad que encadena. Alcancé mi deseo de tenerte y ese recuerdo me sostiene en este duro alejamiento que se nos impone. Sí, entenderte es fácil, pero no lo es comprenderme a mí mismo. No debería sentirme como una extensión tuya. Tú me enseñaste a mostrarme real, sin necesidad de enmascararme.
Podemos seguir disfrutándonos en esta distancia, si quieres.
Son hermosos los sentimientos que me transmites a cada instante. No llores por tenerlos.
Quiero sentirme libre, poder ver alegría en quienes me eligieron. Quiero inundarme de tu felicidad, ser el recuerdo alegre de quienes me quieren y sigo queriendo.
No necesitas mi consentimiento para amar o enamorarte de nuevo. Soy feliz cuando tú lo eres. Disfruto al contemplarte desde mi ausencia si la felicidad te acaricia.
Cada meta que alcanzas, es mi meta. Cada sueño que logras, es mi sueño. Cada persona que amas, la amo también a tu lado.
Sonríe cuando pienses en mí. Escogí bailar con tu mirada.
Te quiero.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

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