21 de mayo de 2011

POR VUESTRA FUERZA


"hoy" escribo por vosotros.
A finales del año pasado decidí dejar de escribir para dedicarme a mi pintura. Seguíais entrando en este blog a pesar del "Cerrado por cambio de actividad" que dejé publicado y retiré.
"hoy" no escribo solo para mí y sé de vuestra fuerza.
Gracias.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

20 de mayo de 2011

¡HACED ALGO!


Nací halcón. La vida en el aire pasa deprisa cuando hace buen tiempo. Las tormentas convierten el viento en una ciénaga que requiere mucho esfuerzo. Nadie busca lucir sus diamantes. Batimos las alas para salpicar un poco de comida que nos permita pasar una noche o un día más.
El cielo es un aliado. Me permite verte sin ser descubierto, oír canciones vivas mientras planeo. Pero no otorga confianzas banales. La misma facilidad concede a quienes quieren que sirvamos de almuerzo a sus nidos.
Me encanta arriesgarme, dejar de estar alerta. Hago picados en medio de una corriente fría y descendente. Atravieso esa chimenea invisible entre los parapentes que tratan de evitarlas. Me dejo fotografiar por ellos y salto de la vertical volando rasante muy cerca del suelo. Levanto el polvo arcilloso de un terreno yelmo. Los dioses me permiten quedarme con ese tiempo de rebeldía que templa mi vida. El aroma del romero en flor se intensifica cuando caigo. Cierro los ojos entre la brisa ascendente y cálida. Abro las alas y giro hacia el avellano cuando el olor es muy intenso. Sí, hago un poco de trampa entreabriendo el ojo izquierdo.
Hoy, volamos más lejos de nuestro horizonte. Perseguidos por pavesas encendidas que flotan entre el humo.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

17 de mayo de 2011

MADERA DE JARA


Es fácil hacerse mayor. Ocurre, cuando descubres que los castaños dejan de aletear para cambiarse al otro lado de tu sendero. Abandonan su tarea de hacer sombra durante todo el día sobre las huellas del neumático de las bicicletas. Dejan que el camino se caliente permitiendo ser ocupado por las serpientes que buscan calor. El miedo se apodera de la libertad de pasar la cuesta sin pisar los frenos. No persigues los peldaños del arcoíris para tocar el sol. Acabas por tomar una ruta diferente para saciar tu sed entre la frescura de las hojas del barranco. Empiezas a gastar tu tiempo rompiendo los sueños. El movimiento repetitivo de las copas de la alameda, junto al río, trata de hipnotizarte. Respiras la humedad de la cascada que la brisa escupe. Olvidas el olor de la hierba pegada a tu maltrecha camiseta. El aliento se hace pesado entre suspiros que gritan aquel nombre de mujer. La caída de la tarde anuncia oscuridad durante el regreso y el frío se mete en los huesos. Mis zapatos a duras penas logran desprenderse de la tierra empapada para acercarme otro paso más.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

8 de mayo de 2011

UN TACÓN Y UN ANDÉN


Busco mi felicidad. No la encuentro. Se fue con mi alegría en un inesperado viaje. Cogió el tren desde un andén olvidado. Partió sin mirar atrás por la ventanilla del último vagón.
El tiempo se expande ocupando mis instantes, cubriéndolos de vacíos decolorados. Mis ojos no alcanzan la luz de las pequeñas grandiosidades que nos rodean. Los proyectos se disfrazan innecesarios. Pesan las cadenas que no soporto, los miedos que me persiguen y la inactividad de mis batallas.
Aguanto sostenida por lazarillos que continúan creyendo en mis bosquejos quemados por el incendio que trasformó todo. Una extinción de unos mundos a los que algunos ojos no desisten en alcanzar.
Se ha marchado la satisfacción de sentir la vida. Está en otro paraje, entre otras gentes que le exigen menos a sus sueños. Sus risas llegan crujiendo la soledad del luto. No mirar, no ver, no sentir, la solución es siempre la más sencilla.
Tras el horizonte… nada.
La locomotora que regresa apenas trae pequeñas tristezas que me abaten cayendo como fichas de dominó una tras otra sin hacer ruidos. Inspiro, sin despertar el limpio olor de la sangre cuando se sentía caliente bajo tu piel.
Apenas recuerdo tu perfume.
La noche no zurce el cansancio de esta red de pescador rasgada tras la tormenta. Y la luz del amanecer trae más frío a este glaciar que soñó derretirse entre el abrazo de tu pecho.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ