20 de abril de 2017

MAR DE LUNAS

No es felicidad tu temprana llegada. Lo es nuestro eterno abrazo.

Vigilas el desenfreno de mi precipitación en creciente. Escondes en secreto mis errores y orbitas las pasiones. El frescor de la ilusión cobrada te alimenta. E hincas tu colmillo venenoso en la frescura impoluta del cristal por romperse, por esclavizarse a tu fe. Sacia hasta el cautiverio y embriaga hasta la traición que nos rinde sin condiciones. Un dulce pringoso emborrachado en jarabe que al comerlo se desliza entre tus dedos hasta el codo y te hace desearlo en diferentes sentidos. Viva entre contrastes a fuego lento. Entre el frío de la estancia y el calor de tu ventura, entre el hielo afilado de la mirada y el temple que te quema las palmas cuando te alzas adulta al completo. Entiendes a la primera la cadena que te deslumbra. Perteneces desde siempre, para siempre, a esa chispa extraña. Es inevitable.

No por alejarte. Pesa tanto quedarme donde estuviste, donde tantos aromas regaste, engullido de recuerdos, donde alineaste tus tacones junto al reposo de tus medias.

Sales invisible. La calle nublada recompone otro eclipse. Buscas sitios, no a mí. Fuera de juego, paseando, sola, sin confianza. Estarías cerca disponible, habríamos quedado. No estamos a tiempo. Acaba tu zarpazo. Derrota no alcanzar los sueños de ayer o quizá sea una victoria. Elegiste.

Arada en mis entrañas. Empapada a rebosar por esta lluvia de encuentros alcanzados. Desnuda, orgullosa, descorchada, satisfecha. Abrigada al cobijarte. Bordando planes y cocinando mieles.

Revientan las fuentes de la vida recién paridas. Este perfume en tu ascensor. El pensamiento entre luciérnagas de colores. Ve, muéstrate entera y enséñame. Un puñado de malicias por sorprendernos. Más nada. Por descubrir cómo hacerlo. Hablar, tocar y permitir. Nos necesitamos fuerte.

Susurrar ideas contrarias. Lo sé, solo es el día.

Rompes la tez tira a tira e intento recolocar pedacitos. Incas tus afilados dientes y hago como si no ocurriera.

No te vayas, es así como quiero tenerte ahora. Abrazarte yo a ti. Hoy desnudos del todo, de alma y cuerpo

Estrecharte desde atrás, piel con piel. Estrujarte sin dejar de apretar. Es allí donde me encuentras, donde habita la desnudez. Esperando ser compartida.

Tus dualidades son preciosas. Haces fotos para mí. Queman tus besos. Te contradices. Ardes, lates, deseas. Has decidido donde irás. Evaporas tus sombras. Tiendes tus sábanas blancas al viento para enjugarlas y recoger el olor a primavera que luego guardas en un cajón junto a la lencería más íntima. Así eres, para la libertad y la verdad absoluta. Necesitas entregarte, aciertas como. Sensación que empapa con garra. Tienes dentro esa mujer poderosa que se abre completa.

Atado al cabecero de la cama. Sin coraje para cortar las ligaduras. Expectante, incrédulo. No busco que me duela tanto el oasis de mi soledad.

Gestado intenso un sueño bonito. Rápido. Ruborizado. Vergüenza sorpresa. Resuelto.

Pensar. Prometer. Entender. Fluir. Sentir, gritar. Oler. Callar a escondidas. Poder, desear, con ganas. Saber. Pedirte el desnudo, disfrutarte. Granar sensaciones. Colorear palabras de seda para ellas. Acariciar cada letra con su lividez, cada fragmento que es el mío. De tu boca que es mía. De tu corazón que a veces dejas ver. De tu pasión que abres como una granada.

Tu intimidad en mis manos y tu sonrisa cómplice en mis ojos.

Mis labios calientes... Cuando llegue a casa.



JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ