11 de octubre de 2013

CONDUCCIÓN AGRESIVA

Sin darte cuenta, sin mirar a nadie, tejes un planeta que no descubres. Sin darme cuenta y sin mirar a nadie, descubro el planeta que sigues tejiendo.
El corazón es la fuente de donde mana tu poesía, tus escritos, tu canción. Palabras que nunca logran alcanzar la fuerza del sentimiento que definen. La necesidad, a vida o muerte, del contacto de tu piel.
Cuando apenas sabemos gatear por un pasillo avanzamos recto sin descubrir las puertas de las habitaciones. Cuando alcanzamos a volar, y más, cuando lo logramos sin apoyarnos en el aire encontramos un abanico inmensurable de direcciones por alcanzar. De maneras de ofrecer ese amor incontenible.
La tinta empapa mi papel con letras que nos hablan a ambos. Nacen para eso, para que nos lleguen, aunque nunca lo hacen por el camino que les habíamos trazado. Nuestros recuerdos se atesoran escondidos del sol como las monedas en el fondo del pozo.
Ladrillo a ladrillo, canción a canción, lágrima a lágrima, beso a beso, construimos juntos la bóveda que el cielo luce tan brillante cuando enciende todos tus sueños. La que se colorea desde tus ojos.
Tus tristezas al leerme surgen de esta lucha extraña entre los hechizos que me invaden, a los que abrí mis puertas, los que oscurecen los patios de este castillo.
Tengo días nublados por dentro. Aunque creo que me gustan.
Es extraño vivir como toca.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

11 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE

Es el ruido de la madrugada. Cuando el bullicio duerme, las hojas del pinar juegan con el viento mientras rascan su barriga helada.
Me calzo los esquíes, desnudo junto a la luna llena. Cinco minutos para que las tripas me enseñen lo insignificante que soy para este mundo, para ti. Una vez más, deposito en la ciénaga del lago la ira de mis desilusiones e insatisfacciones y al borde de su oleaje contenido, me detengo.
Entiendo que el significado de tu respuesta, no es sino la propia definición de este imposible. Grano a grano he depositado toda una majestuosa cantera de intenciones por lograr, sueños quebrados, cariño sin recibir, respeto atragantado. Roto el deseo de hacerte mía hoy, ayer, siempre.
No queda nada. Apenas, bajo el agua, este barrizal de emociones que tinta el hielo de oscuro. Su color acentúa el contraste del reflejo de la noche en la superficie fría de tu corazón castrense que cumple órdenes a rajatabla. Regreso helado frente a la hoguera que recibe más calor del que me ofrece.
Esta puede ser el alba que me despierte. La que deshiele los grilletes que me impuse al alcanzar tu sonrisa, tu figura, tus caricias y tu abrazo olvidado. No quiero la oscuridad de mi mazmorra, ansiando la luz de un sol que nunca nos va a ligar.
Y con estas lágrimas, que jamás afloran, continuo al abrigo de las pieles del viejo catre. Se olvida frío el hueco donde, desnuda, deberías reponerte.
El sueño cansado ahoga mi verdad y levanta mi cuerpo otro día triste para amasar el pan que prolonga mi cautiverio.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ.