8 de julio de 2015

OJOS COMO LOS TUYOS


Mi reposo era un agujero callado, disfrazado de normalidad. Parecías lastimada. Sostenida por el temple de tu carácter, por el empuje de la responsabilidad que sostienes. Me saludaste con confianza transparente. 

Hablamos. Pude escucharte y entenderte. Me introduje en cada uno de los personajes de tu relato, sentirte. Ser la mujer dolida e inflexible, el hombre, el otro tipo de hombre, la mujer tierna y protectora, los hijos en unas circunstancias y los mismos hijos en las más extremas. Disfrutar palabras tan intimas que se hacían normales en nuestra presencia. Mirar tus labios y tus ojos con tu deseo de hacer posible tal confesión, de oír mi opinión externa. Compartir confidencias. Triste al sentir que quien te pierde yerra y se aleja de un gran persona. Todo cogido con alfileres. Una primera impresión nunca es suficiente. Arriesgados sin duda. Por un momento tu sueño se tiñó de un color bonito.

Borracho de sensaciones nuevas. Siempre calculador. No puedo arrebatarte más tiempo y trago las ganas que nos sobran de alargarlo. Necesitamos esos instantes y se hizo bien.
No se ha evaporado, no acaba cuando me giro y me alejo. Esta, realidad se te presenta muy dura. Es como tu fijeza dibuja preocupada, pero esperanzadora y fuerte. Te instalas entre el control, la prudencia y la necesidad de abrir las puertas para empaparte. Agarras el panal de miel que desterró la joven que has sido, la que sueñas rescatar para completarte. Y en secreto lo quieres dentro.
A hurtadillas he hurgado en tu baúl. He encontrado las imágenes que tus pupilas fotografiaban al mirarme. Allano con preocupación tu intimidad y revuelvo tus fotos que completan este mundo tuyo, tan nuevo para mí. Hubo más detalles y permanecen en privacidad limitada.


JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ.

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