17 de mayo de 2011

MADERA DE JARA


Es fácil hacerse mayor. Ocurre, cuando descubres que los castaños dejan de aletear para cambiarse al otro lado de tu sendero. Abandonan su tarea de hacer sombra durante todo el día sobre las huellas del neumático de las bicicletas. Dejan que el camino se caliente permitiendo ser ocupado por las serpientes que buscan calor. El miedo se apodera de la libertad de pasar la cuesta sin pisar los frenos. No persigues los peldaños del arcoíris para tocar el sol. Acabas por tomar una ruta diferente para saciar tu sed entre la frescura de las hojas del barranco. Empiezas a gastar tu tiempo rompiendo los sueños. El movimiento repetitivo de las copas de la alameda, junto al río, trata de hipnotizarte. Respiras la humedad de la cascada que la brisa escupe. Olvidas el olor de la hierba pegada a tu maltrecha camiseta. El aliento se hace pesado entre suspiros que gritan aquel nombre de mujer. La caída de la tarde anuncia oscuridad durante el regreso y el frío se mete en los huesos. Mis zapatos a duras penas logran desprenderse de la tierra empapada para acercarme otro paso más.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

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