7 de enero de 2019

A MI MANERA

Lejos de norias de llantos y tristezas. Refugias tus descansos sobre la red de mis tuétanos, doloridos, enamorados.
Te abres, cual jardín donde pasear haciendo piruetas con los ojos cerrados. La flor de tu ronroneo llena mi vida. Me encuentras en tu bolsa del tiempo, el que evaporamos juntos. Nos tenemos. Me incluyes. Miel que cubre el sabor del pan recién horneado. La disposición la pusiste tú. Me has adaptado a tu consentimiento. Haces brotar la parte que tanto te gusta de donde no tengo nada. Envuelves la estancia con la plenitud de esa madurez exquisita. Tu perfume la fragancia favorita.
La verdad es arte. La costura de tus medias el camino a seguir.
Tu canto que me resucita de tinieblas y hambrunas.
Luchas por ambos mejor que yo. Me sostienes hasta la extenuación, para no dejarme caer. Me ganaste. Nunca supe remendar los mundos cuando revientan. Aprendí a dejarlos correr por mucho que me duelan. En cambio tú, no me das por perdido y sabes reconstruir todo con suma paciencia. Mis dudas, mis heridas, mis dolores, los mitigas despacito, con tranquilidad eterna, hasta convertirlos en insignificantes. Cedes tu entrega por encima del límite que te puedes permitir. Me amas con ternura y provocas ese efecto rebote que me vuelve loco al verte.
Miro esa niña-mujer luchadora, trabajadora, afectuosa, responsable, soñadora, cargada de cariño, respeto, amabilidad, sonrisa... que atrae mi atención como si nos hubieran parido cogidos de la mano, sin soltarlas nunca. Sentir tus penas, tus sufrimientos, tus imposibles, tus presiones, tus pesos, y compartirlos en sus durezas o aceptarlos.
Acallo mi tristeza sin verte. Sin derecho.
Eres imprescindible, irreemplazable y necesaria. Sin nada especial. Seguir mirándome, sonriéndome, junto a mí. Te extraño y entiendo. Tu ausencia me abate. Te acercas, me pone triste no abrazarte, si me abrazas no besarte y así una eternidad inconfesable.
Salto esa cordura y dejo mis deseos mezclarse con la realidad cediéndote el trabajo de controlar todo dentro de pautas. Me encuentras mirándote con ojos felinos. Acecho la rendija cuando me abres para colarme dentro de ti. Un instante de todo o cualquier cosa. Me pusieron el corazón de un bárbaro y se alimenta de ti como un depredador. Es insoportable. Tiene sed de la "sangre" de tu alma, de tu voz, de tu mirada cabizbaja, de un todo. Me quedo encadenado en ese rincón sombrío de mi mazmorra, en cuclillas, asfixiando mi rapaz movimiento, con llanto seco como lava de corcho de un volcán que se extingue. Te anhelo, sin pensar en realidades.
Ninguna foto guardó la mirada que leía. Ninguna el deseo, la entrega, la confianza, la desnudez, el apetito, el sexo. Ninguna la mujer.
Pregunté el conjuro que acercaban tus ojos, los labios con los que de niña susurrabas tan bonito, mientras tu vestido alejaba tu lágrima pinzada, aplastada, enjugada.
Esta reencarnación penada en nuestras vidas nos trae una noche iluminada de fuegos artificiales y de estampidas en cada lugar donde cumplimos diferentes sentencias. En cueros entre objetos y voces de extrañas gentes, forzados por nuestras noches intensas que sobrepasan las fantasías extremas. Amados hasta reventar y torturados a disfrutar recuerdos y realidad soñada. Derretirnos juntos es mezclar tu aliento y tus besos con el propio deseo del otro. Fundidos en el imposible y excitados al rojo vivo solo con un nombre. Tu nombre.
El alba nos roza desnudos, impregnados entre jugos compartidos, con la garganta herida, sin soltar la caricia, en la diagonal de la cama, aplazando esa ducha para eternizar el momento.
Sí, me importas. Te necesito. Y me lo quedo para no molestarte, porque solo es mi sueño, porque así debe ser.

JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario