28 de noviembre de 2012

EL TROZO DE PAPEL


Roto, abandonado y arrugado junto a la escalera se podía leer:
"... puede ser egoísmo.
Arrancaba de sensaciones inestables. Mi fortaleza, mi entereza o mi debilidad, necesitan de ese calor que encuentro en ti. En personas con capacidad o ganas de quererme para recomponerse. Hay vacíos que busco llenar sin revelar que están huecos. Tratar de encontrar cobijo en otro abrigo no debería ser solución.
Parecía sencillo. Alcanzar jugando una confianza con capacidad de sostenerme. Mantener una línea de flotación digna, sin hundirte a ti. Con la transparencia que logran muy pocas de esas parejas enamoradas manteniendo un límite de respeto. Aunque no lo situamos ni tenemos al mismo nivel. Un fracaso que debería haber previsto antes de emprenderlo. Tus soledades y las mías, tus alegrías y las mías, tu dolor y el mío, deben llevarse con independencia. Es lo mejor para los dos o al menos para ti.
Mis ojos yerran al atreverse a mirar a los tuyos. Aun pensando en tu bienestar siguen buscando robarte un poco cada instante. Se atreven a cruzar tus umbrales sin tu consentimiento y acaban recogiendo un fruto dañado que de nada les sirve.
Es triste esta sensación de haberme equivocado. Y lo siento tanto que decirlo no me importa, ni me restablece. Ahora necesito estar sola.
Nelly”
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ

8 de noviembre de 2012

PERRO-COJO

1.- PERROCOJO
-Nos daba pena. Era un perro grande, grande, enorme de grande. Un viejo perro guardián que tenía solo tres patitas. Caminaba con muletas, como un juguete de cuerda roto. Cuando se acercaba a nosotros, ladraba. Daba mucho miedo. Mientras se movía, parecía un reloj: Tic, tac, tic, tac, hacía tic, tac con su rabo. Al vernos reír se enfadaba muucho, más y más ladraba y más fuerte: “Guau, guau, guau”.
Un día pasamos camino del cole y se acercó muy muy triste y muy muy hambriento. Movía la cola sin ladrar nada: “Shhhhhhhhh”. Nos miró fijamente mientras mordíamos nuestro bocata enorme y riquiiíííisimo. Nos dio más pena. Le dimos un poco de nuestros bocatas riquíisimos.
Ahora, cuando pasamos por su lado se acerca sonriendo y nos ladra pero de alegría. Le llamamos Perrocojo y es nuestro mejor amigo.

2.- EL CUENTO DE PEDRO
- Pedro es un niño cojo. Se cansa mucho si jugamos a pillar. Le gusta ver como corremos cuando estamos en el parque. Pedro se sienta en su banco preferido de tablitas de madera debajo de un árbol grande, muy grande. Mi mamá le ha regalado un perro. Ella piensa que así siempre puede ver correr a un buen amigo. Pedro ahora está muyyy contento. Le ha puesto de nombre Chau-chau. Ya es amigo de todos los niños y le enseñan a ayudar a Pedro, siempre va con él dice que es su mejor amigo y todos le queremos muchísimo. Cuando os lo enseñemos, ya veréis, os va a encantar. Y colorín colorado… ¿? 
3.- COJO
- Pequeño, era muy pequeño. Cristina tenía un perro que se llamaba Cojo, con una manchita blanca en el hocico. Era muy bonito, lleno de colores. Apenas ladraba y sus ojos preciosos, brillaban mucho, mucho. Cuando lo sacaba a pasear, el perrito parecía una marioneta con cuerdas rotas. Cojo era mejor que otros perros, le encantaba subirse a los monopatines. Ladraba cantando y corría por las calles como una bolsa de plástico ligero, ¡muy ligero! Arrastrado por el viento. Era amigo de las palomas, los ciegos y las niñas tristes. Ahora con él, las niñas siempre están contentas, los llaman y juegan. Y colorín colorado, ese perro se ha marchado.
JOSE CHINCHILLA LOPEZ

2 de noviembre de 2012

TATTOO

Pasión, locura, coraje, necesidad, intensidad, riesgo, heridas o esperanza.
He tatuado tu firma oculta entre los mechones de mi pelo. Un riesgo que me adentra en esta nube de placeres para olvidar tus rechazos. Necesito encontrar mi eternidad por nuestros encuentros. Ella nunca se dará cuenta, de hacerlo, le daré cualquier excusa.
Y así vivo, soñándote entre sus brazos y meciendo mi cuerpo ante tu necesidad o tu compasión y tu indiferencia. Olvido a la sombra de este móvil. En él encontré la magia del espejo de tantos cuentos bajo cuyas hojas encontré refugio. Me trae tus imágenes que me embelesan, tus mensajes que me esperanzan, tus mentiras que necesito. Miro de reojo cuando lo abandono, siempre cerca, esperando que la música de tu llamada embote mi cabeza de alegría. Paso los meses ilusionado soñando que en esta ocasión mi pasión puede cambiarte y me ofrezco para que me uses sin límites. Me perfumo, me arreglo poniendo el mayor empeño y recojo esta sensación que me alimenta y se despierta estéril.
Me someto a tus citas, carentes de abrazos, exentos de caricias, de besos evaporados, de pasiones esclavas, de necesidad de pertenecernos, de lágrimas llenos. Me dejo usar por ti mientras vacías mi despensa y otro viento peina tu cabello. Distraigo mi mirada. Trago el veneno que va matando mi matrimonio y me va acercando a un rincón aislado de tierra y cartón guarecido de la intemperie. Huyo de mi universo de soledad con un corazón hecho añicos y un sabor amargo en mi garganta. Derrotada la perfección de pareja en la que yo estaba pleno y tú manejabas con interés calculado. Llego con paso cansado, sin descanso, envidiando la alegría en los ojos de los hijos que protejo. Y me levanto luchando por este amor que me merezco, nos merecemos, el que da sentido al empeño por conseguir la felicidad.
JOSÉ CHINCHILLA LÓPEZ